Miradas

Sabido es que las diferentes miradas cambian una obra.

El espectador transforma sustancialmente aquello que ve de acuerdo a su personalidad, época histórica o circunstancia vital en el momento del análisis (por más que la obra siga siendo la misma y materialmente no se modifique).

Existen casos en los que los artistas producen una nueva obra de arte para mostrar su lectura de la obra original. Un caso extremo y paradójico, pero también paradigmático, es el de Pierre Menard, que según Borges reescribió el Quijote palabra por palabra, pero produjo sin embargo una obra absolutamente diferente de la de Cervantes, pues ¿cómo pueden ser iguales palabras escritas a comienzos del siglo XVII que las mismas palabras dichas en el siglo XX?

En otros casos la relectura tergiversa ostensiblemente la intención original y, con gesto paródico, cuestiona un rasgo esencial de la obra que copia. Tal es el caso de las miradas cruzadas del retrato de Madame Recamier pintado hacia 1800 por Jacques-Louis David, “releído” por René Magritte en 1950.

Jacques-Louis David: Madame Recamier, 1800. Oleo sobre lienzo, 173×243 cm. París, Louvre

René Magritte: Perspectiva I: Madame Recamier de David, 1950. Oleo sobre lienzo, 60×80 cm. Colección privada

La lozanía, seducción y blandura de la famosa Mme. Recamier, se transforman a través de Magritte en ese imposible ataúd reclinado, rígido e inquisidor, que sorprende al espectador por lo inusual pero muy verdadero de su mensaje. El canto a la belleza y juventud se ha vuelto en un fatal recordatorio de la muerte. Entiendo que Magritte hace un particular memento mori con esa imagen; nos recuerda que de la protagonista del cuadro, del pintor mismo e incluso de quienes los conocieron quedan sólo los muebles, ropas y adornos que los acompañaron –y por eso persiste también, pertinaz, el receptáculo para su última morada. Ellos, como diría Góngora se han vuelto “en tierra, en humo, en polvo, en nada”.

Más allá y más acá de este ejercicio interpretativo, nadie podrá negar que la imagen de Magritte resulta perturbadora.

Tengo muy presente la sensación que causó el otro día a mi hija de seis años y medio quien, luego de un reto y una pelea con su hermana (o viceversa), se abocó a inspeccionar algunos libros que estaban bajo la mesita del living. El volumen de Taschen sobre Magritte acaparó su atención y preguntó varias veces sobre el sentido de algunas imágenes surrealistas, pero luego quedó sola frente al libro.

Mientras me ocupaba de su hermana y las tareas escolares atrasadas (delicias de la suspensión de clases en todos los colegios de Argentina debido a la Gripe A), me reclamó con insistencia varias veces –insistencia repetida porque yo no acudía, claro, recordándole en contrapartida y en tono creciente de fastidio las consabidas explicaciones sobre la carencia de ubicuidad que tantas madres padecemos. Cuando le tocó su turno, allí estaba con las páginas del libro abierto donde se muestra el cuadro original de David, la respuesta en pintura de Magritte y una escultura del mismo tema hecha unos años después.

René Magritte: Madame Recamier de David, 1967. Candelabro, sofá y féretro: 114×188×67 cm. Houston (Texas), cortesía de The Menil Colection

No sabe leer bien todavía, de modo que no pudo sacar más información del libro que la que le brindaban las tres imágenes. Sí preguntó –mientras mi otra hija miraba atenta los descubrimientos de su hermana –por qué esa chica era un mueble en el otro cuadro y qué tipo de mueble era ése…

No creo que a los chicos haya que decirles siempre la verdad, ejerzo muchas veces la mentira jesuítica, no mentir redondamente pero tampoco dar precisiones científicas. Quiero decir que les dije que el ataúd era una “caja” (¿no lo es, acaso?). Se quedaron algo más de tiempo examinando las imágenes y luego olvidaron el asunto.

O al menos eso creí, porque esa noche al entrar en el cuarto de ellas descubrí esto en la pequeña pizarra que cuelga de la pared.

Srtas Landro: Madame Recamier de Magritte, 2009. Tiza sobre tablero, 60 × 43 cm. Buenos Aires, cortesía de la Colección D’Onofrio

1 comentario:

Lunitazulada dijo...

y que pasó después???